jueves, 21 de septiembre de 2017

No vuelvas, estaré a un millón de años luz de casa

“Puede que la vida fuese difícil durante un tiempo, pero aguantaría el tipo, porque vivir en un país extranjero es una de esas cosas que todo el mundo debería probar al menos una vez. Yo pensaba que eso te completaba, puliendo los ásperos bordes provincianos y convirtiéndote en un ciudadano del mundo”.
David Sedaris – Escritor, humorista y comunicador estadounidense.
Su sola referencia le concede a veces carácter enigmático; todos guardamos memoria de ese personaje atípico en nuestro barrio, que, de diferente, recibía siempre la calificación de extranjero. No siempre son extravagantes, no tienen por qué responder a un estereotipo de aspecto excéntrico, aunque nos acerquemos a él porque nos pica la curiosidad de quizás, conocer otras maneras de vivir, de pensar, de sentir, de ser, en definitiva de confirmar el tópico o estereotipo del viajero o ciudadano forastero. Lo extraño de ser extranjero quizás radique, para algunos, en una metáfora de la experiencia antropológica en donde el hombre se ve arrojado en un mundo que no ha construido.

viernes, 15 de septiembre de 2017

Porque el pueblo se lo ganó

Todo el mundo ve lo que aparentas ser, pocos experimentan lo que realmente eres.
Nicolás Maquiavelo

La balanza estuvo mal nivelada casi desde el inicio, en los primeros días. De ahí que siempre ha habido enfrentamientos, divisiones de clases. Tuvimos sociedades de cazadores o recolectores, sociedades agrarias, sociedades feudales, sociedades industrializadas y post industrializadas, sociedades esclavistas, sociedades capitalistas, es decir una variada calificación de colectivos. En todas predominó el conflicto. Intereses antagónicos e incompatibles que han conducido siempre al enfrentamiento, al recelo, al sometimiento, al dominio, al desear ser dominante. En la larga historia de nuestra humanidad, hay una palabra que no resiste archivo, es decir que siempre se ha visto utilizada por todos los sectores, para loar o para criticar, para marcar el ideal o el porqué de nunca llegar. Una palabra que llena la boca, pero una palabra que suena incompleta porque es difícil que pueda abarcar lo que en verdad dice representar: la palabra en cuestión es pueblo.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo

“Para favorecer la violencia colectiva, hay que reforzar su inconsciencia. Y, al contrario, para desalentar esa violencia, hay que mostrarla a plena luz, hay que desenmascararla”,
René Girard

Existía un antiguo ritual de condición fantástico y purificador que consistía básicamente en buscar un responsable de todos los pecados de un pueblo. El rito contemplaba regenerar el orden perdido a través de purificar o reparar las faltas, con un castigo físico que permitiera expiar las culpas. En el inicio de estas ceremonias se ofrendaba un animal a la causa de redimirse, trasladando simbólicamente el sentimiento de culpa que nos aferraba como especie maligna. El famoso chivo expiatorio nos entregaba una fingida calma al sentimiento de culpa que nos invade desde el inicio. En resumen, nada ha cambiado en el tiempo, siempre proyectamos nuestras indecisiones o debilidades en una imagen externa, dueña de todos los males terrenales. La religión, la política y la radicalidad han montado un enorme negocio a través de esta debilidad manifiesta.

sábado, 2 de septiembre de 2017

Construiré una balsa y me iré a naufragar

“No por estar más ocupado se es más productivo. Ten cuidado con la improductividad de una vida ocupada”
Sócrates, Filósofo clásico griego.

Cuesta unos días el acomodarse del regreso de las vacaciones. Lo que te suponía rutina y normalidad durante la mayor parte del año, puede convertirse en una sensación de paredes que encogen y te atrapan, dificultando la respiración y buscando el reparo del hogar, único lugar donde te sientes a gusto. Algunos lo denominan síndrome post vacaciones, dominados por visión y emociones negativas de uno mismo y de todo lo que nos rodea. Malhumor, incomodidad y nostalgia envuelven nuestro accionar las primeras horas, los primeros días. A pesar de los posibles diagnósticos, no lo considero un síndrome depresivo; en mi fanatismo literario, más bien lo relaciono con el vacío que te ocupa al finalizar una novela increíble y supones que te resultará difícil encontrar otra ficción tan atrapante y sugestiva, como la que has concluido.